Cuando se normaliza la violencia, y como padres se permite que los pequeña elijan como tema de fiesta, una muñeca que mata «inocentemente» con una canción, somos cómplices de una sociedad que relativiza el dolor ajeno.
Ella es sólo una niña, puede elegir muchas cosas para divertirse, pero es obligación de los padres orientarle y acompañarla en éstos primeros años en su elección.
Una serie como “el juego del calamar” no es para niños y mucho menos debería de ser una opción para que los más pequeños imitaran a sus personajes. Si educamos en la deshumanización, estamos tomando el camino equivocado, y el precio es muy alto.
Si el mundo está de cabeza, no es culpa sólo de los gobiernos, los padres son responsables de educar a las futuras generaciones y construir las bases de una sociedad más solidaria, humana y respetuosa.
La paz se construye desde la familia y los padres son los primeros educadores.