La basura es un tema inagotable, es un negocio redondo y jugoso que muchos han llegado a acaparar, pues resulta ser una mina de oro en un país que genera millones de desechos de todo tipo diariamente.
En la Ciudad de México, el problema de la basura es latente. Al cierre del relleno sanitario de Bordo Poniente en diciembre del 2011 por el entonces jefe de gobierno Marcelo Ebrad, el Gobierno del Distrito Federal (GDF), se propuso la distribución de todos los desechos hacia cuatro puntos de la demarcación vecina, el Estado de México: dos en Ixtapaluca al oriente de la ciudad, uno más en Cuautitlán Izcalli al norte y otro en Xonacatlán al poniente.
El traslado de la basura cuesta cada año tres mil millones de pesos al gobierno de la ciudad, sin embargo, los camiones recolectores no alcanzan a realizar todas las rutas, además, los trabajadores necesitan hasta dos horas para separar los desperdicios.
Para que la basura llegue hasta cada uno de los rellenos sanitarios se necesitan de muchas personas, que hacen el trabajo de recolectores y diariamente visitan las casa para llevarla a su destino y quizá ser procesada o darles el uso más adecuado en las plantas recolectoras. Una de ellas es la ubicada en los límites del Estado de México y la capital mexicana, se llama Planta la Caldera, liderada por la famosa zarina de la basura en México, Guillermina de la Torre, en donde se albergan 950 toneladas de basura al día.