López Obrador vuelve a la carga con el cuento del fraude electoral.
Es incapaz de reconocer una derrota. Él dice quién gana y quién pierde, sin necesidad de hacer un cómputo.
Busca crear malestar, expandir el enojo, desprestigiarlo todo. No tolera que gane otro… y que se fortalezca el peso, porque quiere que a México le vaya mal.
Dijo el martes que no reconocerán al ganador porque hubo fraude.
“Tenemos todas las actas y se va a demostrar en las instancias correspondientes el triunfo de la maestra Delfina”, aseguró en la sede de Morena.
Y si tiene todas las actas, ¿por qué no nos dice cuál fue el resultado?
¿Por qué no dice por cuánto ganó Delfina Gómez?
Porque no existe resultado alguno que le favorezca. ¿No que tiene todas las actas? ¿Entonces?
Morena contó con representantes en todas las casillas del Estado de México, según informó ese partido. Digan por cuánto ganaron. Cuáles son sus cómputos.
Puras mentiras para engañar a la población y dar argumentos a los que repiten como pericos lo que él dice.
Es el mismo cuento de 2012, cuando dijo que iba a enseñar en el Zócalo capitalino las pruebas del fraude electoral. Llevó un chivo, tres patos, dos gallinas y varios pollitos recién nacidos, que según él se los había entregado “la gente” que recibió eso del PRI a cambio de su voto.
Lo mismo en las elecciones en 2006 cuando dijo, primero, que a los representes de casilla de su coalición se habían “vendido” para permitir que se alteraran los resultados.
Y luego dijo que los maestros habían instrumentado el fraude en su contra por indicaciones de Elba Esther Gordillo… hoy su aliada.
Ahora en las elecciones del Estado de México, con lujo de faramalla subieron a YouTube el video de un enmascarado que presenta “las pruebas del fraude” y se refiere a una casilla en el municipio de Chalco. Una casilla. Una, entre 18 mil 605.
Otra vez nos demuestra López Obrador que de demócrata no tiene nada.
Sólo sirven los resultados si él gana. Y engaña a la gente para que aumente el encono y la polarización. Ese es su terreno. Su lodo.
Desde luego que es cierto que en nuestra joven democracia hay mucho que mejorar y desterrar.
La danza de los tinacos fue vergonzosa y la hicieron todos los partidos, porque los institutos políticos tienen demasiado dinero de los contribuyentes para despilfarrar.
Hubo reparto de despensas al por mayor, de parte de todos los partidos.
También hubo presencia indeseable de funcionarios del gabinete presidencial en eventos del Estado de México (como si eso le fuera a dar votos al PRI).
Y tuvimos a una candidata, Delfina Gómez, de Morena, que arrancó campaña casi un año antes de las elecciones. Compitió con ventaja.
También vimos videos con la recolección de dinero ilegal para candidatos de Morena.
Más los descuentos por nómina a trabajadores del ayuntamiento de Texcoco para apoyar al grupo político de la profesora Delfina.
Y el robo de la pensión alimenticia a los hijos de trabajadores de ese ayuntamiento para financiar a la señora Delina.
Sí, hay mucho que corregir en las leyes electorales porque muchos son los abusos y excesivo el dinero para los partidos.
Pero aunque las leyes sean perfectas, no van a funcionar si no hay dirigentes con un mínimo de compromiso democrático.
Otra vez López Obrador, a desconocer la elección y a las autoridades electas. Y no le va a parar, porque así es él. Lo sorprendente es que haya quienes le siguen el juego.