Al presentar el libro “¿Un gobierno de coalición para México? Hacia el nuevo diseño e innovación del sistema presidencial”, Guadalupe Acosta Naranjo, presidente de la Comisión de Puntos Constitucionales, comentó que el texto vislumbra algunas ideas de lo que debería incluir la reglamentación del diseño constitucional y legal de un gobierno de coalición, lo cual es un tema de suma importancia para el país.
Recordó que fue hace tres años que se incorporó este elemento a la Constitución que pudiera ser un matiz, que “si se desarrolla de manera real y profunda terminará llevando a un cambio de sistema político en México”.
Consideró que cambiar el sistema político mexicano es una necesidad, no sólo para democratizar las reglas de acceso al poder, sino también el ejercicio del poder, por lo que se requiere una reforma que dé los contrapesos institucionales, legales y constitucionales.
Reconoció el atraso en este tema de suma importancia: “la sociedad es plural y la pluralidad no es un mal, sino un bien y lo que tenemos que hacer es diseñar el modelo constitucional y legal para que esa pluralidad traiga gobernabilidad y mantenga la democracia, tolerancia e inclusión que tanto requiere el país”.
El diputado Luis Agustín Rodríguez Torres (PAN) comentó que el sistema presidencial del país es caduco y no avanza al mismo paso de la modernidad o globalización; además, los partidos en el poder no brindan las condiciones necesarias que permitan tener un gobierno de coalición en el que todos tengan cabida.
Puntualizó que los legisladores tienen la responsabilidad de trabajar para lograr un gobierno de coalición que mejore el actual sistema presidencial que funciona de la misma forma desde 1824. “Desde la óptica ciudadana y académica sí es posible tener un gobierno que vea por los 120 millones de ciudadanos porque el país y los partidos políticos son muy diversos, las ideologías son muy distintas”.
En tanto, el integrante de la Comisión de Puntos Constitucionales, Agustín Basave Benítez (PRD), mencionó que los gobiernos de coalición y de gabinete son sin duda un avance, pero México requiere ir más allá, “perder el miedo al cambio”.
Aseguró que todavía existe miedo al cambio por parte de la élite política, ya que a pesar que en corto dicen: “el presidencialismo es disfuncional y la Constitución ya no funciona; en público, cuando se habla de estos temas, la mayoría se echa para atrás”.
Destacó que pese a la transición democrática que México ha tenido, aún existe una alta concentración del poder en el Presidente de la República; el Ejecutivo comienza a controlar los poderes autónomos que tenían como propósito hacer contrapeso al gobierno, así que, en realidad hay “una democratización efímera”.
Al hacer sus comentarios, el integrante del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, Diego Valadés, destacó que el gobierno de coalición podría ser un gran acierto y llevar al país a un punto más avanzado de un gobierno de gabinete, “pero también puede retrotraernos a una nueva forma de hegemonía, porque no se ha reglamentado”.
“Estamos en una circunstancia llamativa y peculiar: o utilizamos el gobierno de coalición para dar un paso adelante en la construcción de la democracia parlamentaria mexicana, o lo usan para dar un paso atrás en la reconstrucción de la democracia y en la ratificación de la vieja forma de tratamiento hegemónico de la política por parte de los presidentes de la República”, enfatizó.
Indicó que el gobierno de coalición fue algo muy positivo para la Constitución pero es necesario reglamentarlo “porque alguien que entienda la coalición como la posibilidad de integrar una mayoría en el Congreso, para desarrollar un programa de gobierno apoyado por un programa legislativo y uno financiero, lo puede hacer en detrimento de la democracia, pues dentro del gobierno va a prevalecer la estructura vertical”.
Expresó que si en la Constitución y el marco legal no se crea el “órgano gobierno”, que es el conjunto de Secretarías que se controlan entre sí, “será muy arriesgado construir un gobierno de coalición, porque la mayoría congresal estará a disposición de una sola persona, que se llamará presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos y no habrá controles internos”.
Apuntó que el país no ha dado el paso clave para un sistema democrático, en el que la mayoría gobierna y la minoría controla, y con un gobierno de coalición en esas condiciones “quien sepa interpretar las normas de la Constitución y las utilice sin la reglamentación adecuada, puede estar seguro que reconstruirá, a partir de diciembre de 2018, la hegemonía, no de un partido, sino de una constelación de partidos que obedezca a una persona, a un solo mando, pues los integrantes del gabinete seguirán sin personalidad ni jurídica ni política”.
La magistrada en el Séptimo Tribunal Colegiado en Materia Penal del Primer Circuito del Consejo de la Judicatura Federal, Lilia Mónica López Benítez, señaló que el libro obliga a reflexionar sobre la división de poderes; destaca que hay una degradación del sistema presidencial y plantea la construcción de uno nuevo, pues advierte que este no se construirá si no existe independencia en las instituciones.
También, la obra sugiere buscar una racionalidad democrática ante el cambio que se tendrá en 2018. Además, abre un panorama diferente, al introducir el tema de los gobiernos de coalición y un sistema distinto para acotar y delinear las funciones de este presidencialismo en aras de prepararse hacia uno de coalición. Para ello, plantea que se requieren leyes reglamentarias, un programa político y un compromiso social que incentiven el fortalecimiento democrático del sistema.
Subrayó que el libro propone una nueva forma de actuar, “principalmente, entre el Ejecutivo y el Legislativo, pero en donde no debe quedar ajeno el Judicial, el cual requiere de personas que juzguen de manera autónoma e independiente de otro tipo de poderes, a afecto de poder dar otro tipo de respuesta a una ciudadanía que está ávida de una impartición de justicia correcta”.
Gonzalo Badillo Moreno, autor del libro, explicó que esta obra se centra en el estudio del sistema presidencial mexicano y su diseño institucional, de 1824 a 2017, y se acompaña de la plausibilidad científica de la ciencia política en el marco del neo-institucionalismo y la corriente interpretativa denominada “elección racional”.
“En el libro analizamos la conducta del Presidente como agente principal del sistema, así como el diseño de la institución presidencial fundada, tanto en el marco de las instituciones formales o jurídicas, como de las limitaciones informales, reglas no escritas y costumbres en el ejercicio del poder político”, comentó.
Abundó que no se trata sólo del estudio del sistema presidencial, ni de las formas de gobierno, sino de razonar que la conducta del Presidente, desde 1824, tiene como base un diseño que le permite actuar de acuerdo a la ingeniería constitucional de cada época, y a las costumbres en el ejercicio del poder político, “lo que justamente hace genuina a esta investigación”.