Resistencia. Enfermeras vencen al sistema de salud en Chiapas

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La trayectoria de María de Jesús Espinosa de los Santos inició hace 30 años, cuando llevaba atención médica a indígenas tojolabales y tzeltales que huían de la guerra en Guatemala en los años 80. Ahora, a punto de jubilarse, esta enfermera chiapaneca y sus compañeras del hospital Rafael Pascacio Gamboa, en Tuxtla Gutiérrez, enfrentaron una batalla que se antojaba difícil de ganar. Una lucha contra un sistema de salud atrapado por la burocracia y la indiferencia al que terminaron por doblegar este martes a través de dos huelgas de hambre en lo que ellas califican como un ejercicio de “resistencia y dignidad”.

El movimiento de las enfermeras chiapanecas, que trascendió fronteras y despertó pronunciamiento de organismos como la Oficina en México de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y Amnistía Internacional, inició desde enero pasado, cuando trabajadores de Chiapas levantaron un plantón para denunciar “una crisis del sector salud de la entidad”. Como respuesta, 10 mujeres y cinco hombres de diferentes áreas fueron despedidos. Por esa razón que el 3 de abril comenzó el primer ayuno.

Cielo Gramajo Cundapí, María de Jesús Espinosa de los Santos, Ivonne Castillo Escobar, María Isidro Orozco Sánchez y Verónica Zenteno Pérez fueron las primeras enfermeras en negarse a tomar alimentos hasta que las autoridades cumplieran sus demandas. El 12 de abril se retiraron luego de acordar con autoridades estatales el cumplimiento de sus demandas.

Sólo habían pasado 18 días cuando las enfermeras volvieron a declararse en huelga el 1 de mayo, ante lo que consideraron un incumplimiento de las autoridades a los acuerdos alcanzados. Desde entonces, durante 23 días, nueve enfermeras sobrevivieron con agua y miel hasta la media noche del martes, cuando concluyeron el ayuno. Las dos primeras exigencias de las enfermeras eran claras. Pedían el pago de prestaciones laborales pendientes desde 2011 y la reinstalación en sus puestos de trabajo de los compañeros cesados. La tercera se antojaba aún más complicada, pues demandaban el abasto de medicamos, insumos y equipos que mantenían en crisis al sistema estatal de salud.

Para María de Jesús, vocera de las enfermeras, el primer síntoma de la crisis se dio hace tres años, cuando la dependencia se quedó con los pagos realizados por concepto de préstamos de viviendas, impuesto sobre la renta, fondo para el retiro, contratos de seguros de vida, y otras prestaciones.

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