Desde el 30 de noviembre de 2017, los precios de la gasolina y del diésel en México dejaron de estar determinados por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) del Gobierno federal para regularse por medio de la oferta y la demanda del mercado nacional e, incluso, internacional.
Lo anterior forma parte de la denominada Reforma Energética, una medida constitucional que fue instrumentada por el actual presidente de México, Enrique Peña Nieto, y avalada por la Cámara Alta de dicho país latinoamericano, la cual permite la apertura del sector petrolero a capitales privados.
Recientemente, la Secretaría de Energía anunció que Shell, el consorcio angloholandés de petróleo, ganó 9 de los 19 contratos que fueron sometidos a concurso para la exploración en aguas profundas y someras de tres cuencas del Golfo de México. Con ello, dicha empresa se convirtió en el nuevo gigante petrolero del país.
De acuerdo con el profesor Maciel Rentería González, adscrito a la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la victoria de Shell “representa mayor inversión privada para México, pero solo en el corto y mediano plazo, la cual se traduce en más de 90.000 millones de dólares”.
Y agregó: “Mi análisis es que la inversión extranjera en México traerá consigo fluctuaciones en el precio debido a dos factores principales: el comportamiento de los mercados financieros entorno al costo del petróleo y, por consecuencia, el precio de la gasolina a nivel internacional”.
El profesor de la Facultad de Economía de la UNAM dijo en entrevista que “más de 500 millones de dólares comprometidos en la Ronda 2, se destinarán al Fondo Mexicano de Petróleo, aunque el Gobierno [de México] no ha especificado en qué se gastará o a dónde irán a parar esos recursos”.
De acuerdo con Rentería González, “la gran participación de Shell no impedirá que México aumente la importación de gasolinas desde EE.UU. hasta en un 20 o 30% anual, ni tampoco impedirá que el costo de los combustibles pueda variar hasta 20 veces por día en su costo original o anterior”.
Además de ello, el académico de la UNAM reiteró que “la Reforma Energética únicamente es negocio para quien tiene una o más estaciones gasolineras, pues se beneficia o tiene pérdidas dependiendo del consumo de hidrocarburos de los usuarios de automóviles. Contrario a lo que se pensaba, esta medida legal no ha logrado posicionarse como ‘la salvación’ del pueblo de México”.