Todo iba bien a bordo del avión Embraer que la llevaría a la Ciudad de México, recuerda María Guadalupe Herrera. Y todo pasó muy rápido. “Duró como dos minutos en el aire y bajó”.
“Apenas se estaba elevando y bajó. Dio muchos golpes y todos empezamos a salir. Fue muy rápido todo”, rememora María para EL UNIVERSAL desde el auditorio del Hospital 450 de Durango, donde está sentada y lleva un collarín por una lesión.
Pero María pensó que iba a morir. “Fue en lo único que pensé, pero tengo una segunda oportunidad”, dice ahora con los ojos vidriosos.
Cuenta que sintió como que el avión se paró y todos empezaron a correr y ella hizo lo mismo. “Todos queríamos salir, el humo nos estaba ahogando. No escuché nada. No recuerdo”, platica.
María viajaba con su mamá y sus cuatro hijos. Las autoridades han informado que entre los pasajeros había dos infantes, pero los hijos de María, quienes no sufrieron ninguna lesión, tienen dos, 10, 12 y 15 años. Ella tiene 39.
Son originarios de Santiago Papasquiaro, pero actualmente viven en Chicago. Sus vacaciones se habían terminado y ahora volvían a Estados Unidos. “Ellos [sus hijos] no tienen ningún golpe, yo me golpeé un poco”.
Pero su regreso demorará. “Lo que importa es que estamos bien, gracias a Dios”, comenta.
El piloto de la aeronave accidentada, Carlos Galván, fue, según las autoridades, el tripulante del avión más afectado. Al Hospital 450 llegó su amiga Cinthya Herrera.
“Es una persona muy preparada y muy estudiosa, esperemos que sus familiares estén pronto aquí”, comenta. Según Cinthya, el capitán es de la Ciudad de México.
“Está en quirófano desde las seis de la tarde. Estamos en espera de que salga y nos den una noticia favorable”, menciona.
Al lugar donde se desplomó el avión no hay acceso. Decenas de militares cercaron la zona. En el aeropuerto internacional de Durango decenas de personas llegaron a pedir informes porque un vuelo fue desviado a Torreón y estaban esperando por sus familias.
El aeropuerto, del largo de dos canchas de basquetbol, luce repleto. Gente entra y sale. A María le llevan unos tenis y ella dice: “Me siento contenta porque estoy viva”.