Transference, el primer videojuego resultante de la colaboración entre Ubisoft y SpectreVision, es un sórdido viaje narrativo a la tragedia familiar de un científico atribulado.
La flexibilidad en los recursos que se necesitan para crear y publicar un videojuego permite que, hoy en día, podamos encontrar en el mercado títulos con temáticas y formatos inesperados. La penetración de la tecnología de Realidad Virtual también está impulsando a los estudios, tanto grandes como pequeños, para que se aventuren con ideas arriesgadas que hace un par de años serían imposibles. Un caso que ejemplifica perfectamente este panorama es Transference(2018, PlayStation 4 / Xbox One / Windows), el primer videojuego que resulta de la colaboración entre Ubisoft Montreal y SpectreVision, una productora fundada por el actor Elijah Wood, y conocida por célebres filmes independientes de horror, como A Girl Walks Home Alone at Night (2014) y Mandy (2018).
Transference es un thriller narrativo de horror psicológico diseñado para jugarse en Realidad Virtual que, además, mezcla las actuaciones de actores reales con el sistema de juego. Se nos coloca dentro de la historia de la familia de Raymond Hayes, un brillante científico que ha dedicado su vida a investigación y desarrollo de tecnología para transferir la consciencia humana a una computadora, alcanzando una especie de inmortalidad. Sin embargo, cuando realizó experimentos con su esposa e hijo, algo salió mal y ahora están atrapados en una versión corrupta del sistema. Nuestro objetivo en el juego es internarnos en una simulación de sus mentes y memorias para entender lo que pasó y liberarlos.
Al ser en primera persona, este título es perfecto para las plataformas de Realidad Virtual, por lo que es compatible con PlayStation VR, HTC Vive y Oculust Rift, de las cuales la primera es la más accesible en América Latina. Sin embargo, se puede jugar sin problema en una televisión, sin un visor de Realidad Virtual.
La forma en que avanzamos es a través de la resolución de acertijos ambientales, algo muy estándar en los títulos de horror. Todo el juego se lleva a cabo en el departamento de la familia Hayes, donde recorreremos sus pasillos y cuartos en diferentes momentos temporales. La sensación de repetición que esto genera, más que ponernos en una posición de hartazgo, lo que hace es sumergirnos en el infierno en el que se encuentran los personajes.
Constantemente tendremos que recorrer las mismas secciones una y otra vez hasta encontrar la forma de salir, algo que Transference tomó de forma muy elegante de P.T. (Konami, 2014). Muchas veces tenemos que usar un switches, como los apagadores de luz, para reiniciar una escena o escapar de una secuencia de escaleras infinitas; todo en un estilo visual altamente onírico, que nos recuerda a Here They Lie (SCE Santa Monica Studio, 2016) y What Remains of Edith Finch (Giant Sparrow, 2017).
Durante nuestro viaje nos internamos en la vida de la familia de Raymond: su esposa Katherine, una talentosa chelista que se vio obligada abandonar sus sueños como músico profesional, y de su pequeño hijo Benjamin, que sufre de las altas expectativas de su padre, que quiere que se convierta en un científico como él. Vemos escenas de sus vidas en diferentes puntos temporales, y nos encontramos con apariciones de ellos, como una especie de alma en pena, que en este caso son sombras generadas por datos corruptos.
Lo que convierte a Transference en un juego de horror es mucho más que su forma externa: más allá de la fotografía, y los efectos de sonido típicos de una película del género, está una historia torcida y oscura. Aunque todo el juego está muy bien cuidado para no mostrar ninguna escena explícita, por debajo de lo que estamos descubriendo hay una tragedia de abuso familiar, violencia y adicciones que puso a los personajes en este infierno, lo cual es un fuerte gancho para generar empatía por los personajes.
Al igual que una película de horror, cuando el espectador de verdad está sumergido, Transference es bastante difícil de soportar. Las reacciones emocionales en los usuarios pueden ser muy potentes, y crear sensaciones de incomodidad y ansiedad profundas, más aun si se juega en Realidad Virtual.
Sinceramente, el diseño de los acertijos es flojo y desbalanceado. A veces nos encontramos en situaciones donde la resolución es prácticamente arbitraria, u otras donde es casi automática y sobre simplificada. Algunas veces tenemos que poner un password, otras hacer una secuencia musical, o encontrar llaves y activar switches. Incluso hacia el final del juego, es difícil encontrar una lógica general de lo que los diseñadores esperan del jugador. Afortunadamente, los acertijos nunca dejan a uno sin poder avanzar, y son sólo un pretexto para la progresión en Transference, que está diseñado como una experiencia narrativa interactiva, más que como un reto de juego.
Estamos frente a una experiencia bastante corta y concisa, hecha para jugarse en una sola sesión, que dura entre una y dos horas, igual que si nos sentáramos a ver una película, con la ventaja de que tiene valor de rejugabilidad ya que es interesante el poner atención al gran número de detalles incluidos en el juego. Éste no es un título para quienes busquen una larga experiencia que requiera habilidad para el progreso; más bien, Transference tiene todos los elementos que aman los fans del cine de horror, que en conjunto crean una experiencia poderosa y abrumadora.