TRES VECES POR SEMANA LLEGA LA AMBULANCIA A SU CASA. LA VIDA DE UNA ENFERMA CON DIÁLISIS

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Una silla de ruedas amarilla, dibujada en la acera que frente a su casa anuncia a los visitantes de la cerrada de Cairo, en la delegación Azcapotzalco, que no está permitido estacionarse en ese lugar. Durante los últimos tres años, cada lunes, miércoles y viernes, a mediodía, una ambulancia enviada por el servicio médico de PEMEX recoge a la señora Otilia Torres para llevarla al hospital central norte de la paraestatal a realizarse, sin falta, su tratamiento de diálisis peritoneal, lo que se ha convertido en la actividad más importante de su vida.

Aunque técnicamente no está considerada como una discapacidad, para la anciana de 80 años de edad, la insuficiencia renal es una limitante igual o superior a la pérdida de sus dos piernas. La vital importancia que el periódico y meticuloso proceso de drenado y posterior limpia de su sangre la obliga a mantenerse en su casa la mayor parte del tiempo. Acostumbrada a viajar por el mundo, la abuela de la familia Corro añora la época en que lo mismo tomaba un autobús hacia las playas caribeñas de México en Yucatán que abordaba un avión con la intención de cruzar el océano Pacífico, con la mira puesta en la península ibérica o la itálica, en el sur de Europa.

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Además del malestar que aqueja a su hígado, doña Oti, como la conocen sus amistades es parte de las más de 347 millones de personas en el mundo que luchan diariamente contra la diabetes, furiosa enfermedad que se encuentra entre las 10 principales causas de muerte en el orbe. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, tan solo en México existen más de 6 millones de pacientes que lidian con los problemas acarreados por la inestabilidad en los niveles de glucosa, problema que suele estar acompañado de otros malestares de salud.

Los generalizados problemas de alimentación que aquejan a la población nacional, dificultan el suntuoso andar de quien acostumbró a ignorar casi cualquier recomendación en términos alimentarios para mejorar sus condiciones de salud. Una dieta descontrolada, que durante más de siete décadas incluyó cualquier cantidad de productos a base de grasa y otros productos que en exceso suelen resultar nocivos para la salud humana, conjugada con una tardía detección de la condición diabética de Otilia, aunadas a la cada vez menor movilidad de la anciana, abrieron paso a posteriores complicaciones motoras.

Hace poco menos de un año, a raíz de un fuerte golpe en un dedo, doña Oti comenzó a sentir molestias en su pierna izquierda, que fueron traducidos en dolores cada vez más intensos y en una especie de putrefacción interna que a principios de 2016 la postraron en su cama, al borde de un infarto. El azaroso golpe descubrió un grave problema de circulación que aquejaba a la anciana. De no haberlo atendido a tiempo, afirmaron los médicos, la posibilidad de un infarto se habría convertido en un hecho inminente que pudo haberle costado la vida a la oriunda de Pánuco, Veracruz.

Los análisis clínicos indicaron un estado de gangrena en su pierna, lo que impedía la correcta circulación arterial de la parte inferior de su cuerpo. Como consecuencia, la familia Corro tomó la decisión de someter a la abuela a una amputación inmediata de su miembro inferior izquierdo. Debido a la edad de la paciente, así como de su delicado estado de salud, una operación de tal magnitud representó un importante pero ineludible riesgo: la vida de la señora estaba en juego.

Afortunadamente, la operación resultó un éxito rotundo y, aunque hoy recuerda con nostalgia su cuerpo sin mutilaciones, el apoyo de la familia durante su recuperación y ahora su rehabilitación, la han motivado para encontrar un nuevo sentido a su vida, que inició en el representativo año de 1936 y que parece no tener fecha de caducidad.

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