En la parte central del Bolsón de Mapimí se localiza un área que ha despertado un interés inusitado y que ha sido bautizada como Zona del Silencio. El enigmático nombre es digno por el sinfín de mitos y leyendas que han surgido en torno al lugar.
Una de las experiencias más conocidas es la de Josefina y Ernesto Díaz, que se encontraban en la Zona del Silencio buscando fósiles en octubre de 1975. Una inundación repentina los dejó incomunicados en el interior de su coche y atrapados en un agujero. Mientras intentaban sacar el auto, fueron rodeados por un grupo de hombres altos, rubios con impermeables amarillos. Los hombres empujaron con mucha facilidad el vehículo fuera del agujero. Una vez fuera de peligro Josefina y Ernesto quisieron dar las gracias a los salvadores, pero los hombres ya no estaban allí, no encontraron huellas de pisadas en el barro.
Otras historias hablan del mismo grupo de personas rubias (dos hombres y una mujer), que aparecen misteriosamente en varias partes de la Zona del Silencio. En una ocasión un turista consiguió hablar con ellos, informó que su español era perfecto y les preguntó de dónde venían, ellos respondieron, “de arriba”.
También se ha informado de misteriosas luces flotando sobre el suelo o en el cielo. Incluso los más escépticos admiten haber visto luces, declarando son un fenómeno común. A todo esto se suma los avistamientos ovnis, siendo esta zona tan conocida entre los ufólogos.