Quintana Roo.- Gumaro de Dios Arias nació en La Azucena, Tabasco. A los seis años de edad sufrió abuso sexual por parte de un primo. En autodefensa se convenció de que era una niña; jugaba con muñecas y se sentía atraído por otros niños, sin embargo, jugaba también a ser pistolero.
“Soy un chico malo, soy una mala mujer”, era su frase. Fue atropellado por un tráiler en su adolescencia, el detenonante para su anómala sexualidad; mantenía relaciones sexuales con una yegua, imaginando que era una joven estadounidense y tendrían hijos. Gumaro tenía esquizofrenia, paranoia, un leve retraso mental y era muy flojo.
Su padre lo obligó a ingresar al Ejército Mexicano, tratando de que dejara el alcohol y las drogas. El pueblo comentaba que se trataba de “ Gumaro peleó con un subteniente y fue arrestado. “Cuando salí, quise vengarme y entonces me lo topé”, el joven tomó un cuchillo y lo apuñaló en el tórax y en las piernas.
“Quién sabe si se murió, yo salí huyendo del ejército”. A su regreso a casa ya consumía cocaína, marihuana, heroína y cristal, e inhalaba solventes. En su euforia violó a su sobrino de un año de edad, estuvo muy grave, pero no tuvieron conocimiento de que él fue el culpable. En el año 2000 fue ingresado al penal de Cárdenas por el robo de una grabadora y cinco camisas de lino. Tras su salida, año y medio después, se fue a Chetumal.
En este lugar, en 2004, mató a un hombre en Mahajual. Años después declaró: “El tipo me jugó bronca. Traía un machete y me retaba. Lo dejé que se cansara de gritar. Luego, cuando se apendejó, le quité el machete y madres, que lo empiezo a cortar como pescadito. Vi cómo se desangró. Ahí lo dejé y me largué. Ese día en la noche se me apareció su espíritu. Yo le dije a mi Dios Jehová que me ayudara a ya no oír. Pero todavía lo escucho”.
De Dios huyó a El Petén, un pueblo entre México y Belice, vivía en una obra en construcción. Conoció a un viejo brujo maya “El Sabio”, al que le prometió asesinar a tres personas, y también conoció a Raúl González “El Compinche”, “El Pelón” o “El Guacho”, de diecinueve años, un desertor de la Infantería. En su brazo izquierdo González tenía tatuado el nombre de una mujer. Él y Gumaro de Dios terminaron convirtiéndose en amantes y se fueron a vivir a una palapa cerca de la carretera Chetumal-Playa del Carmen.
Ambos subían a la ciudad a robar o a prostituirse con turistas estadounidenses y europeos. El 12 de diciembre de 2004, los amantes se drogaban y bebían alcohol. Gumaro le pidió a su pareja $500.00 pesos que le debía, así que se los pidió para traer más alcohol.
El hombre no tenía dinero y Gumaro enloqueció, lo azotaba con un cable eléctrico, le aplastó la cabeza golpeándolo con un block una y otra vez y como continuaba vivo lo estranguló con el cable. De Dios lo cortó en pedazos, le arrancó la piel donde se encontraba el tatuaje con el nombre femenino. El cadáver lo colocó boca abajo para desangrarlo, sacó las vísceras y órganos, ahí fue cuando pensó en comérselo.
Lo destazó, asó el corazón a la parrilla, junto con algunas costillas y un riñón. Cocinó un caldo con las vísceras y filetes del muslo izquierdo, con una salsa de chiles verdes, cebolla y tomate que “sabía a barbacoa de borrego”.
Una pierna al cadáver la puso a cocer con chile habanero, limón y cebolla. Consumió algunas tiras de carne cruda, devoró los testículos y cuatro costillas. El asesino confesó, también otro asesinato, la violación de un niño y una monja. “No me arrepiento de nada. Ya lo hice”. En el Penal de Playa del Carmen los presos se negaron a compartir celda con él. A mediados de 2006 cercenó parte de su oreja izquierda para comérsela ya que “extrañaba el sabor de la carne humana”.
“Es temido por tener un insaciable gusto por la carne humana”, declaró la Directora de Prevención y Readaptación Social de Quintana Roo, Verónica May Villanueva. Tras unos análisis se detectó que Gumaro padecía del Síndrome de Inmuno Deficiencia Adquirida, SIDA.
Gumaro era un peligro incluso para sí mismo por lo que estuvo recluido en un penal especializado en psiquiatría en Morelos. El hombre fue entrevistado por el periodista Alejandro Almazán, quien escribió el libro Gumaro de Dios, el Caníbal. “A propósito: le prometiste al chamán tres vidas, llevas dos. ¿Sigues buscando a la tercera?”.
Ya la encontré (…) Es un ca%#%# que se siente bien chingón aquí. Nomás lo veo y me hierve la sangre, compa. Ya con ese me voy a tranquilizar y esperar que El Sabio me dé lo que me prometió, aunque la verdad (…) no sé cómo voy a encontrar al Sabio, ni su nombre me dijo (…) Dios quiere que no me muera.
Yo digo que voy a vivir como ciento cincuenta años más (…) Pero no me preguntaste lo más importante: ¿qué siento al matar? ¡Ah! Pues nada, no se siente nada, es como matar a un pollo”.
Gumaro de Dios falleció en 2012 en el Hospital General de Chetumal (Quintana Roo), a consecuencia del SIDA, a los 34 años de edad. Su familia volvió a verlo ya muerto y fue enterrado en su lugar de origen, esa ranchería en Tabasco. Fue inspiración de la canción “Caníbal”, interpretada por Kinky y Lupe Esparza.