#Actualidad “Mientras la empresa no pierda, que le importa nuestra salud”

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Con ambas manos Rita y Alicia retiran de los botes los trozos de papel higiénico usado y los coloca en el contenedor. Repiten la acción rápidamente varias veces antes de dar el primer trapazo por el piso. Enérgicas sumergen el trapo al fondo de la cubeta con agua turbia, lo exprimen y extienden por todas partes del baño.

El Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) Terminal 1 está en servicio las 24 horas y cada puerta cuenta con servicios sanitarios. El cierre de baños se da forma breve, sólo cuando toca higiene general y ante la pandemia de Covid-19 las indicaciones es darles aseos un par de veces más de lo habitual.

Rita y Alicia son personal del primer turno de intendencia, su jornada inicia a las 6:00 de la mañana y se coordinan para hacer el aseo de los sanitarios, comentan que si “le echan ganas entre las dos” se hace más rápido y se interrumpe menos el servicio.

Ambas mujeres hacen sus labores y no portar cubrebocas ni guantes, aseguran que la empresa de limpieza para la que trabajan no les dota de esos accesorios, mucho menos de gel antibacterial desde que empezó la emergencia sanitaria.

Hasta donde saben su horario de trabajo seguirá igual ante la inminente cancelación de vuelos, así como sus condiciones para evitar un posible contagio “mientras la empresa no pierda, a ellos qué les importa nuestra salud”, réplica Alicia.

Las intendentes están expuestas de manera directa a los residuos y fluidos propios de los sanitarios, sus manos y cara están sin protección durante su jornada. Rita, asegura que tiene temor ante el brote de coronavirus, sabe que el aeropuerto es una zona de propagación del virus por los viajantes que van y vienen sin cesar de todas partes del mundo, pero dice que es madre soltera y debe sacar a sus dos hijos adelante.

“Creo que me salva estar joven y además trato de no hacer mucho caso a las noticias, sino ya no podría venir ni a trabajar y mira, sino es aquí me puedo contagiar rumbo a mi casa, tomó dos camiones y el metro para llegar, y si me ha de tocar, me toca”, reflexiona.

Alicia, asegura que ella no va a comprar de su bolsa ni guantes ni cubreboca, afirma que están escasos y los que hay están cada vez más caros “no, no voy a gastar mi dinerito en esas cosas, los están vendiendo bien caros y uno viene aquí para ganarse sus pesos y comer, pagar renta y mandar a los muchachos a la escuela”, denuncia.

Agrega, que en plena contingencia no está demás cuidarse un poco, mete sus manos entre sus ropas y saca un pequeño bote de alcohol “si la empresa no me cuida, yo me debo querer aunque sea un poquito”, abre el frasco, con un movimiento veloz se unta alcohol en cara y manos, sonríe.

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