Las islas de la UNAM no son lo mismo últimamente. Tras el sismo, la solidaridad también se ha reflejado en un cambio en las aulas de la Máxima Casa de Estudios de México.
En los estacionamientos hay autos Lamborghini, los estudiantes visten, más de lo usual, ropa de marca, y además las presumen. Algunos llegan y limpian con toallas higiénicas las bancas, como si la suciedad abundara.
Desde el lunes, la Universidad Nacional Autónoma de México recibe a alumnos del Instituto Tecnológico de Monterrey en sus instalaciones. Estas son parte de los testimonios de alumnos de la UNAM.
Los estudiantes no pasan desapercibidos. Toman clases con maestros de la UNAM e incluso han cuestionado a algunos sobre su capacidad, porque plantean que las clases van atrasadas con respecto a lo que ellos han recibido.
En las aulas, los estudiantes de la UNAM les han dicho con claridad que sienten y entienden por lo que pasan tras el sismo, y que desean una convivencia sin sobresaltos.
Al final, la solidaridad tendría que ser suficiente para que anfitriones y huéspedes entiendan que sus diferencias pueden unirlos más que separarlos. En ambos lados se dieron pérdidas.