Este hombre ha enterrado más de 300 muertos

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Dos generaciones de sepultureros se han encargado de cuidar el panteón de San José Aculco en Iztapalapa. Primero don Pablo Rodríguez Urrea y ahora su hijo Pablo, quien cuida del cementerio desde hace seis años. Don Pablo Rodríguez lo cuidó desde 1983 durante 28 años.

En el panteón de San José Aculco es común encontrar brujería, pues aunque está libre de basura, los “trabajos” son parte del día a día.

Don Pablo cuenta que el panteón tiene casi 50 años desde que Don Clemente Rodríguez donó la tierra para su construcción.

Un panteonero es quien se encarga de vigilar el lugar. En caso de que quieran sepultar a alguien se busca un sitio para cavar o si la familia ya tiene una tumba únicamente se levanta la lápida.

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Un lugar en el cementerio costaba alrededor de cinco mil pesos, ahora llegan a valer hasta 20 mil pesos.  Don Pablo recuerda la primer tumba que cavó cuando llegó a San José Aculco en 1983.

“Para enterrar a una persona hay que excavar dos o tres metros en la tierra y es un trabajo que tarda tres horas (…) Cuando sacaba los ataúdes a veces ya estaba podrido el cuerpo o sólo estaban los huesos”.

Don Pablo sepultó a lo largo de su vida aproximadamente 300 muertos, en un día hasta tres personas. Un cuerpo se identifica por el tiempo en que está sepultado. “Yo no le tengo miedo a los muertos”, aseguró Don Pablo.

Pablo, el actual sepulturero de Aculco, entregó su vida al panteón. Desde muy temprano llega a limpiar y “ver si llega algún muerto” y regresa a su casa por las tardes. Pablo contó a Letra Roja que  en una ocasión cayó a la fosa y quedó “acostado de lado con el muertito”, fue durante sus primero días en el cementerio y desde ese momento se le quitó el miedo.

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