La falta de confianza frena la movilidad en la ciudad de México.

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Poca cooperación entre los mexicanos ha llevado a generar un tráfico tan denso en la metrópoli que un tranvía de 1904 sería capaz de circular a mayor velocidad.

El mexicano dejó de confiar y cooperar con otras personas y dejó de creer en su gobierno. Esa falta de confianza ha provocado, entre otras cosas, que menos personas decidan compartir su automóvil para trasladarse dentro de una de las ciudades más caóticas y con el peor tráfico del mundo, la Ciudad de México.

Los habitantes de la Ciudad de México que deciden utilizar el vehículo pierden, cada uno, alrededor de 110 horas (4.6 días) en el tráfico al año. La ciudad se ubica como la segunda con el peor congestionamiento vial del mundo, sólo detrás de Estambul, Turquía, de acuerdo con el estudio de TomTom, empresa dedicada a los sistemas de navegación.

“En la Ciudad de México, después de la seguridad, la movilidad es la condición número uno que afecta la vida de los capitalinos”, dijo José Castillo, arquitecto y líder del equipo mexicano que ganó el Audi Urban Future Award 2014 con el proyecto Living Mobilities (Movilidades Vivas).

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Living Mobilities retoma la idea de crear un contrato social para el tema de movilidad. Jean-Jacques Rousseau, filósofo y político del Siglo XVIII, creó el contrato social basado en la voluntad general y en la búsqueda del bien común de los ciudadanos.

José Castillo explicó que Living Mobilities busca facilitar información para mejorar las políticas públicas y hacer que los ciudadanos, organizaciones y autoridades se vean como parte de la solución y no como parte del problema.

La falta de un contrato social en movilidad, en confianza y en la búsqueda del bien común ha provocado atascamientos viales en la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM).

El automóvil privado colapsa a diario la metrópoli a pesar que sólo representa 29% del total de viajes diarios; 60.6% de los viajes se realizan en transporte público, como autobuses. De acuerdo con datos de ONU-Hábitat, alrededor de 6.3 millones de viajes diarios de automóviles son suficientes para frenar las vialidades rápidas y convertirlas en una vía en donde la velocidad promedio asemeja a la de un tranvía en 1904, entre 8 y 11 km/hora.

Y la movilidad en Santa Fe es peor.

Santa Fe, el Mordor mexicano

La falta de transporte público eficiente, las pocas vías de acceso y la sobredependencia en el automóvil privado han hecho que los capitalinos se refieran a Santa Fe como Mordor, la mítica ciudad del Señor de los Anillos donde Frodo, un hobbit, tiene que idear una forma para entrar a una ciudad inaccesible, lejana y hostil para destruir el anillo que somete al mundo.

En la Ciudad de México, tres de cada 10 viajes se realizan en transporte privado; en Santa Fe la proporción sube a seis de cada 10, dijo José Castillo.

Santa Fe en la década de 1980 y 1990 era el lugar donde las empresas trasnacionales y globales se ubicaban, hoy está cambiando. “Bancomer, por ejemplo, pensó en desarrollar sus nuevas oficinas en el corredor Reforma”, explicó Castillo.

Living Mobilities se centra en el corredor de Reforma-Santa Fe por la fuerte dependencia en el automóvil privado y en cómo re-imaginar el papel del auto y la movilidad individual para mejorar la zona. “Es una combinación de medidas en las que tanto las lógicas de inversión, pública y privada, como las lógicas la información individual y colectiva permitan tomar mejores decisiones”.

El congestionamiento vial también impacta en la salud, estrés y enojo. IBM desarrolló un estudio en el 2010 donde enumeraba cuáles eran las ciudades más dolorosas para desplazarse… la Ciudad de México figura en los primeros lugares.

El estudio, realizado en 20 ciudades de todo el mundo, indicaba que seis de cada 10 encuestados aceptaban que el tráfico había dañado su salud de alguna manera. El primer lugar en estrés lo tuvo la Ciudad de México (56%), seguido de São Paulo (55%) y Nueva Delhi (45%).

En enojo, el primer lugar lo tuvo Beijing (53%), le siguieron Moscú (51%), Nueva Delhi (48%) y la Ciudad de México (43%). Esas fueron las ciudades identificadas como especialmente dolorosas en el tema de desplazamiento, según IBM.

Pese al tráfico, Santa Fe no va a desaparecer aunque sí bajará la calidad de vida y de productividad de las personas que trabajan y viven ahí.

“Quizá llegue un momento en que sea tal la molestia por los problemas de tráfico, congestión y desarticulación ante el resto de la ciudad en la que, una de dos: o la gente empieza a perder interés en vivir o trabajar en Santa Fe, pérdida de productividad y competitividad, o se vuelva el disparador para dar soluciones que hoy en día no estamos visualizando y eso es lo que estamos trabajando nosotros”, dijo José Castillo.

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Fuente: eleconomista.com.mx

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