Se siente agradecido por ser uno de los mil voluntarios que en Oaxaca recibieron la vacuna contra la COVID-19 que en su fase tres desarrolla CanSino Biologics, pero a la vez Luis C. no oculta su decepción por la falta de seguimiento a las reacciones que pudo generar en su cuerpo.
Haber enfermado de cáncer papilar de tiroides hace diez años y que su cuñado Antonio haya muerto hace tres meses por COVID-19 hizo que Luis se anotara como voluntario.
Seis días después de que en Oaxaca se aplicó la primera dosis de la vacuna que desarrolla CanSino en su fase tres del ensayo clínico, a Luis la Red Osmo lo citó para convertirse en voluntario.
Su esposa Macaria lo acompañó y después del protocolo, que incluye recibir información amplia, firmar un consentimiento informado y estudios de laboratorios, a Luis le aplicaron la vacuna.
Once días después vino una hemorragia en la nariz, un sangrado que no se podría parar con nada hasta que en el Hospital Regional Presidente Juárez del ISSSTE un otorrinolaringólogo le hizo una cauterización en las venas nasales.
El personal médico que lo atendió atribuyó la emergencia a la vacuna, pero de parte de Red Osmo no hubo un seguimiento real: “Cuando yo reporté eso me llamó una doctora y luego otra, pero nada, me mandaron medicamento, pero lo compré yo”.
Ese incidente le hace pensar a Luis que en vez del placebo (una sustancia sin efecto alguno) a él le tocó la vacuna, si no, no hubiera experimentado esa reacción en su cuerpo.
“Hay gente a la que le pusieron nada más agua y no lo van a saber hasta que nos informen. Puede ser psicológico lo mio, pero por las reacciones puede ser que sí recibí la vacuna, de todas maneras nos tenemos que cuidar mucho”, opina.
Los riesgos que sabía corría al aceptar ser voluntario de la vacuna en estudio impiden que se arrepienta de haberla recibido, un hecho que considera una fortuna porque de otra manera tardará meses en recibirla una vez que comience su aplicación en México.
Con información de https://www.nvinoticias.com