Por las mañanas, en tráfico no hay quien le gane a la ciudad de México. Colapsan nueve de cada diez metros cuadrados destinados a la circulación de vehículos. Durante las tardes, nuestra megalópolis pasa a ocupar el segundo lugar porque Estambul, en Turquía, la supera por poco. La fuente es la revista Forbes.
Si un día pudiéramos recuperar todo el tiempo que el tráfico del DF nos ha robado, tendríamos derecho a reclamar al menos 3.2 años más de vida. De no cambiar las cosas, la deuda con la próxima generación podría llegar a 7.7 años.
En 2003 la velocidad promedio de un vehículo transitando por la ciudad de México era de 28 kilómetros por hora (kph). En contraste, hoy es de 14 kph y según los pronósticos más alarmantes para 2030 será de 8 kph.
¡Mejor caminar!
Desde verano los chilangos percibimos que los embotellamientos han empeorado. Al parecer no tendremos que esperar quince años para que la ciudad entera se nos vuelva un inmenso tiradero de automóviles.
Ante pregunta expresa, el jefe de gobierno, Miguel Ángel Mancera, aseguró que esta crisis va a disminuir una vez que las obras públicas concluyan y se haga más eficiente el sistema de semáforos de la ciudad.
En voz baja, sin embargo, la autoridad capitalina culpa a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) por el reciente asalto cometido en contra de nuestro apreciable tiempo.
El gobierno de la ciudad asegura que hay más vehículos porque los jueces relajaron los criterios del programa Hoy No Circula.
Mentira podrida: el problema del tráfico no se deriva de las decisiones de la SCJN, sino de la corrupción inmensa que galopa y triunfa en contra de la gran mayoría de gobernados.
En julio pasado la segunda Sala de la Corte resolvió una disputa entre tribunales que antes habían fallado en sentido opuesto con respecto a reclamos parecidos.
El tema central eran los vehículos que comenzaron a circular antes de 2007 y que sin embargo emiten igual o menor cantidad de gases contaminantes en comparación con otros automóviles más jóvenes.
Los ministros resolvieron que —independientemente del año o del modelo— no debe haber impedimento para que un vehículo circule, (obtenga el holograma cero), siempre y cuando cumpla con las especificaciones de la norma sobre los niveles de emisión de gases contaminantes.
En otras palabras, lo relevante es que el auto contamine y no su edad.
Tres días después de que se tomara esta razonable decisión judicial, Miguel Ángel Mancera declaró que su gobierno adecuaría los criterios del programa Hoy No Circula a los dictados de la Corte.
El problema sobrevino cuando el gobernante perdió de vista la aparatosa corrupción que existe en los centros de verificación de la capital del país. La norma anterior sacaba de circulación, durante por lo menos un día, a sesenta mil vehículos.
Sin embargo, ahora que la decisión cayó solo en manos de los verificentros —y de sus operadores adictos al soborno— se multiplicó el número de carros dispuestos a saturar las calles y las avenidas de la ciudad.
Lo dicho: el problema no es la resolución de la Corte, sino la circunstancia que permite obtener el holograma cero a cambio de unos cuantos billetes.
ZOOM: La ciudad sucumbe ante el poder del dinero que igual corrompe en los verificentros que en las oficinas donde se otorgan las licencias de construcción o de funcionamiento para los establecimientos comerciales; poder ilegal que también compra agentes de tránsito, autoridades reguladoras del transporte y, sobre todo, políticos en campaña.