Sunday 28 de April del 2024

El sacerdote y su camino por alcanzar la sotana

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Luego de estudiar catorce años para lograrlo, Eduardo Martínez declinó a la opción de recibir el sacramento de la orden y así convertirse en sacerdote a tan solo diez días de alcanzarlo.

La iglesia católica, rama principal del cristianismo, está rodeada de cientos de mitos gracias al desconocimiento tanto de sus feligreses como de quienes no lo son. Algunos de los más controversiales giran alrededor de los sacerdotes, y de cómo, estos llegan a dedicar su vida vehementemente a formar parte del clero.

Ante una responsabilidad tan grande, la preparación académica y espiritual de quien decide sumarse a las filas de una de las iglesias más grandes del mundo debe ser prácticamente impecable. Constitucionalmente en México la educación debe ser laica, aunque, como parte de esta laicidad, existen diversas universidades privadas que ofrecen la posibilidad de estudiar las ciencias religiosas o teológicas.

La academia religiosa en México

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El profesor Eduardo Sota, Coordinador de la licenciatura en Ciencias Teológicas en la jesuita Universidad Iberoamericana, comenta a Letra Roja que, más que una práctica antilaica, el hecho de tener educación sobre cuestiones religiosas en México obedece precisamente a eso: a un estado de completa laicidad.

Aunque a algunos de los egresados de dicha universidad les ha sido otorgado el orden sagrado, requisito final para quien desea convertirse en sacerdote, lo anterior no significa que este sea el único motivo por el que el alumnado desea formarse en esta licenciatura.

Para el profesor Sota García, esta carrera tiene mayores implicaciones que la de dirigir a los alumnos que quieren ejercer el sacerdocio, sin embargo, reconoce que existe un gran número de aspirantes que persiguen dicha meta.

“Al final, la carrera te ofrece un título de Licenciado en Teología, avalado por la propia SEP. Ahora bien, si el individuo busca convertirse en ministro, tiene que buscar alguna congregación religiosa que lo haga o solicitarlo a través de un obispo”, afirma el coordinador de la licenciatura.

Además, el académico afirma que existen dos grandes grupos de perfiles de quienes se acercan a los estudios sobre religión. Está el que quiere llegar a ejercer la carrera de cualquier manera que ésta lo permita, entre ellos quienes quieren llegar al sacerdocio y también están quienes se dirigen a estos estudios con el propósito de conocer más sobre la religión que practica.

“Hay dos tipos de perfiles: el muchacho o la muchacha que quiere entrar a la vida religiosa; y otro que se encuentra al alza, que se trata de personas mayores de 30, 40 o 50 años que se interesan por estudiar la teología […] el segundo es un perfil que busca simplemente conocer a profundidad la fe que profesa”, concluyó Eduardo Sota.

El sacerdote que no llegó a serlo

Luego de estudiar catorce años para lograrlo, Eduardo Martínez declinó a la opción de recibir el sacramento de la orden  y así convertirse en sacerdote a tan solo diez días de alcanzarlo cuenta a Letra Roja. Sus razones para dimitir, asegura, están justificadas tanto como cuando lo estuvieron para decidirse a tomar el camino religioso.

Tras una infancia en la que, gracias a su madre y hermanos, estuvo rodeado de imágenes y rituales religiosos, Eduardo recibió cuando tenía 25 años de edad, según cuenta, un llamado de Dios que despertó en él la desenfrenada apetencia por seguir y profesar la llamada “palabra del Señor”.

La primera llegó cuando sintió la necesidad de ayudar a la gente que vio dentro de un hospital y se reafirmó cuando presenció a un herido que se encontraba tendido en la calle. ‘Si esta gente se muere, ¿quién le va a dar ayuda? La gente hace un remolino alrededor de quien está herido pero pocos ayudan de verdad’, se preguntó Eduardo.

Ese, según interpreta Martínez Martínez, fue el llamado de Dios y lo que lo llevó a acercarse aún más a la vida de la religión. El compromiso que sintió con los desvalidos lo perfiló a la congregación a la que quiso pertenecer.

En la orden de los sacerdotes pueden existir dos tipos de vida: la religiosa y la diocesana. En la vida religiosa, la formación está basada en una misión o un enfoque particular que tiene cada congregación. A este tipo de vida pertenecen los jesuitas, franciscanos, dominicos, etc.

Fundada por el padre Marcelino Champagnat y Juan Claudio Colin, la familia de los hermanos maristas se trata de una congregación católica que tiene la misión de ayudar a quienes se encuentran en la pobreza y de la que Eduardo buscó formar parte. Aunque no logró completar el proceso de manera oficial, asegura que el compromiso es algo que no se puede abandonar por completo.

En tiempos como el actual, en que la crisis de credibilidad de la iglesia católica por múltiples casos de pederastía salidos a la luz es más grave que nunca, una de las características más criticadas por la sociedad en general es el celibato y lo que este conlleva.

La imposibilidad de formar una familia y al mismo tiempo dedicar su vida al sacerdocio hicieron reflexionar a Eduardo. La honestidad y franqueza que se debe a sí mismo y a la mujer con la que deseó pasar el resto de su vida y con quien ahora tiene dos hijos, fueron las principales causas por las cuales decidió abandonar el noviciado, como tantos otros aspirantes lo hacen.

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