Actualmente, la Casa de la Música es un inmueble de un piso, con techo de lámina y que presenta rastros de humedad, goteras y cuarteaduras.
A decir de estudiantes y vecinos, el sitio no ha sido intervenido en más de dos décadas.
Ahí acuden integrantes de la Sinfónica de Atizapán, así como más de 400 estudiantes.
“Cuando llueve nos tenemos que esconder en un cuarto de ocho por cuatro (metros) que tenemos ahí, es el que ocupa la Filarmónica, pero además como es una construcción ya muy vieja se filtra el agua y es una situación realmente caótica, los instrumentos con la humedad se pueden hinchar”, dijo Edgar Rainier, director de la orquesta.
“Nosotros como grupos tenemos la necesidad de tener un espacio más grande, con el cual podamos realizar actividades en conjunto para más de 100 personas”.