Sunday 05 de May del 2024

Morir en la fosa común sin flores ni tumba propia

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Los cuerpos son etiquetados o se les coloca un código de barras antes de ser apilados en la fosa común.

Nadie les reza, nadie les llora, nadie les lleva flores y no tienen tumba propia. Nadie reclamó sus restos.

Son cadáveres que yacen en la fosa común del Panteón Dolores en la delegación Miguel Hidalgo. En promedio cada año son enterrados cerca de 400 cuerpos que no pudieron ser identificados al momento de su muerte. Son etiquetados o se les coloca un código de barras antes de ser apilados en la fosa común.

Cada hoyo que cavan los trabajadores del Panteón Dolores, es lo suficientemente profundo para que quepan más de 100 cadáveres apilados, en lugar de flores o cruces, sólo les colocan una placa blanca metálica sobre la que está escrita la “L” que significa el número de línea y la “F” que es el número de fosa en la que fueron enterrados.

Dionisio, uno de los encargados del panteón, afirma a Letra Roja que ya se están cavando nuevos hoyos para enterrar los cuerpos que no fueron reclamados.

“Son borrachitos que murieron en la calle y que nunca fueron reclamados por sus familiares, ellos son los que más vienen a dar aquí a la fosa común” afirma.

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Y en efecto, en un recorrido que hicimos se pudo comprobar que los trabajadores han cavado hoyos y zanjas de varios metros de profundidad que por el momento están vacíos.

De hecho, es tanta la demanda que existe en el Panteón Dolores que las tumbas y las fosas comunes se han mezclado con personas que sí fueron identificadas.

“Para buscar un cadáver lo tiene que autorizar la administración, y decirnos para buscar el cadáver de acuerdo con el número de registro que se les pone”, señala Dionisio mientras limpia una tumba. Por este servicio cobra 100 pesos mensuales.

A sus casi 60 años, este hombre señala que hay que tenerle más miedo a los vivos que a los muertos, “ya estoy acostumbrado a andar entre tumbas, nada me espanta, ellos (los muertos) no hacen nada, no me espantan ya estoy curado de espanto”.

Al Instituto de Ciencias Forenses de la Ciudad de México llegan todos los cuerpos de las personas que mueren en las calles de la capital, ya sea por atropellamiento, accidente vial, riña, accidente, o muerte natural.

En las planchas mortuorias los cuerpos están 21 días bajo refrigeración, tiempo en el que el familiar puede ir a reclamarlo, ya que después de ese tiempo es enviado a la fosa común.

Si después de ese tiempo algún familiar se presenta a reclamar el cuerpo, la autoridad tiene la obligación de desenterrar el cuerpo y entregarlo para darle cristiana sepultura.

Las fosas comunes también son utilizan en caso de catástrofes naturales y epidemias cuando existe riesgo de contagios masivos. Durante la época de la peste negra, por ejemplo, se abrieron fosas comunes para contener los cadáveres de los infectados con este mal.

La mayoría de las fosas comunes son propias de las guerras. Durante la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, los nazis las utilizaron como cementerio de judíos asesinados, en algunas ocasiones arrojaban cuerpos con vida.

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