Los pisos con grandes charcos de agua dificultaban el caminar
¿Cuántas veces ha escuchado? ¡Ahí va el golpe!, ¡Pásele güerita! ¿qué le damos? Son las voces de los lugares donde la mayoría de los mexicanos acude a comprar su mandado.
Uno de esos ejemplos es el Mercado de la Merced que se compone de dos naves primordialmente, conocidas como la nave mayor, que es para la venta de verduras, legumbres y frutas principalmente; y la nave menor, para venta de carnes, abarrotes y pescado.
También hay otras secciones para venta de juguetes, dulces, flores, comida, alcohol (ilegal y legal), artesanías, cesterías, entre otras cosas. Además, el mercado se expande hacia las calles a manera de tianguis, en donde es posible encontrar variedad de artículos piratas (chinos) y hasta la lectura de cartas, con estatuas de dos metros de La Santa Muerte y San Judas Tadeo.
Letra Roja se dio una vuelta por los interminables pasillos de este mercado para conocer la forma en que se desarrolla el comercio, hablar con los locatarios y con los visitantes al mercado minorista más grande del país y de América Latina.
Primero recorrimos los alrededores del mercado, nos topamos con puestos de chiles secos, calzado, juguetes, semillas, puestos de comida y también con la grandes estatuas de La Muerte y San Judas Tadeo. Los que cuidaban estas figuras ofrecían servicios de limpias espirituales, amarres, retiros, lectura de cartas y de la palma de la mano.
Queríamos una lectura de la palma de la mano ($20.00) y una limpia espiritual ($30.00), pero los espiritistas se encontraban ocupados. Así que continuamos nuestro camino y nos dirigimos a la nave mayor para encontrar puestos innumerables de venta de verduras y algún que otro negocio de otro giro.
Entre los locatarios había gente que lleva toda su vida trabajando en el Mercado de la Merced, otros que recién han llegado y unos más con tres años en adelante y que ya han visto al menos dos incendios en el lugar.
Acerca de la gente que visita el lugar, en su mayoría son vecinos del Centro Histórico (y otras colonias) que van a este mercado por “ser el más económico de todos”. Sin embargo, “también asisten una gran cantidad de turistas, curiosos de lo que puedan encontrar en este mercado, sobre todo en Semana Santa o Navidad”, nos comentó la señora Josefa Domínguez.
Sobre el incendió que consumió el 70 por ciento de la nave mayor del mercado en 2013, Juan Carlos Sánchez, vendedor de jitomate y que tiene su local apenas unos metros más lejos de lo que el fuego alcanzó, nos comentó que el área donde sucedió el incendio era en su mayoría de chiles secos y áreas de comida.
En la nave menor nos recibió un olor ‘delicioso’ con aroma a cortes de carne y pescado refrigerado.
Los pisos con grandes charcos de agua dificultaban el caminar y hacían que fuera toda una hazaña andar por los corredores, no para los trabajadores que andaban bien equipados con botas de plástico y bata, pero sí para los visitantes.
Tomamos unas fotos y hablamos con un par de carniceros, “Toma las fotos que quieras pero no lo tomes a ese güei, que está feo”, “¿Quieres tomar una foto? ¿Me vas a hacer famoso?”. José Luis, nos contó sobre los nuevos mercados, “Hay otros locales, pero los principales son la nave mayor y la menor, los demás los han ido construyendo”. “En este hay pura carne, allá verdura, en este otro comida y si vas al de aquí al lado puro borracho”.
Al escuchar esto fuimos a comprobar lo que decía José Luis. Y sí, encontramos algunos locales que vendían cervezas para su consumo in situ, un mini bar con rocola y en su mayoría, gente por diferentes partes del mercado tomando en banquetas cerveza y Tonahayan. Nada de que asustarse desde luego y nada que no se vea en otras partes de la ciudad.
Por último, y con un hambre feroz después de recorrer los eternos pasillos del mercado fuimos a comer unos tacos a los locales de comida del mercado. Quedará para otra ocasión asistir a las fiestas que se organizan en los alrededores en honor a sus santos.
